marzo 28, 2024

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Usureros se activan en plena crisis por covid-19; apuntan a comerciantes

La crisis sanitaria forzó a que el local de ropa y calzado permaneciera cerrado desde marzo. Recién el 1 de junio, Erika reabrió su negocio ubicado en Chillogallo, un barrio en el sur de Quito. Para entonces, las deudas de su tarjeta de crédito y el arriendo de la casa se acumularon y la salida más rápida fue recurrir a un prestamista.

La crisis sanitaria forzó a que el local de ropa y calzado permaneciera cerrado desde marzo. Recién el 1 de junio, Erika reabrió su negocio ubicado en Chillogallo, un barrio en el sur de Quito. Para entonces, las deudas de su tarjeta de crédito y el arriendo de la casa se acumularon y la salida más rápida fue recurrir a un prestamista.

El jueves, la mujer contó cada detalle de lo sucedido. Dice que estaba desesperada porque nadie le facilitaba dinero y no vendía nada. Recuerda que un día un hombre que se movilizaba en moto ingresó al almacén, fingió comprar y con cautela le ofreció un crédito.

Erika asegura que el desconocido le dio una tarjeta con un número de teléfono y se marchó. En la noche llamó y preguntó si podía prestarle USD 5 000. Le dijo que sí, pero que debía pagarle USD 40 diarios . “La necesidad me hizo recurrir al chulquero, pero ahora me arrepiento de lo que hice”.

La mujer relata que al día siguiente recibió el dinero en efectivo. El prestamista llevó al local un sobre de papel lleno de fajos de billetes y ella firmó una letra de cambio en blanco.

Todo quedó pactado, pero no ha podido cubrir las cuotas diarias. Erika asegura que antes de la pandemia vendía USD 200 al día, pero ahora máximo llega a unos USD 30.

Hoy la llaman hasta tres veces al día o la visitan en su negocio para exigir el pago. “A cambio he tenido que darle mercadería y pedir dinero a mi tío para cubrir las cuotas”.

En la Policía se sabe que desde junio los grupos dedicados a la usura se activaron con fuerza en el país y que apuntan, especialmente, a pequeños comerciantes que necesitan reactivar sus negocios.

Teresa Ordóñez preside el Movimiento Nacional Contra la Usura, creado el 2007 por afectados por los chulqueros.

Ella conoce que estos prestamistas desembolsan el dinero en cuestión de horas o máximo en un día, pero con altas tasas de interés. Los investigadores indican que estas pueden llegar hasta el 30% al mes o al 120% anual. Los intereses legales, aprobados por las autoridades, llegan a un tope del 30,5% al año, según el tipo de crédito. En consumo, por ejemplo, es del 16,3% anual.

Por eso, Ordóñez pide a las víctimas que denuncien este delito en Fiscalía o alerten a la Policía. Erika primero llegó al Movimiento contra la Usura.

Héctor, en cambio, recurrió a la Policía Judicial el pasado 2 julio, luego de que un chulquero lo amenazara de muerte.

Teme que le haga daño. Por eso pide ser identificado solo por el nombre y accede a hablar únicamente por teléfono.

Recuerda que el pasado 21 de mayo un vecino le dio el contacto de un chulquero, después de que le contara que necesitaba dinero para comprar mercancía y reabrir su negocio de lubricantes de autos, en el norte de la capital.

Llamó al desconocido y le pidió USD 3 000. Él fue a su casa, le dio el dinero y le dijo que debía pagar USD 212 semanales.

Héctor dice que las dos últimas semanas de junio ya no pudo pagar y fue amenazado.

El chulquero y otro hombre llegaron al local en una moto y le enseñaron un arma de fuego. Dijeron que si no pagaba a tiempo las cuotas atacarían a la familia. Fue entonces cuando buscó ayuda de los agentes.

Desde marzo hasta el 17 de julio pasado, la Policía conoció 54 casos de usura en el país. En abril y mayo cayó el número de reportes, pero en junio y julio hay más registros. Investigadores dicen que esos datos coinciden con la reactivación de los comercios.

Un jefe policial sostiene que la mayoría de víctimas no denuncia por temor a represalias.

Por ejemplo, este Diario conoció el caso de una mujer que solo pide que se la llame Rosa.

Hace dos semanas abandonó su lugar de trabajo en un mercado del sur de Quito, al no poder pagar las cuotas de un préstamo que sacó al chulco.

Recuerda que el pasado 8 de junio regresó a su puesto, en el que vende secos de carne y pollo. Ese día ingresó al mercado un hombre vestido de terno.

Se acercó a cada comerciante y ofreció créditos inmediatos. Rosa le pidió USD 2 000 y como garantía entregó joyas.

Cada lunes, dos personas acudían a cobrarle USD 100, pero el pasado 6 de julio, poco antes del mediodía, les contó que no tenía cómo cancelar.

Asegura que le insultaron y arrojaron las ollas con comida.

Otros vendedores solo observaron, pero no intervinieron, pues también tienen vigentes préstamos similares.

Rosa les pidió dos días para conseguir el dinero, pero no lo logró. Dejó de ir al mercado para evitar que la localizaran. Ahora prepara comida en su casa y entrega a domicilio.

La idea es reunir el monto que debe, pero le preocupa los intereses que se generarán.

Las investigaciones policiales muestran que esos grupos están conformados por hasta seis personas, quienes cumplen roles específicos. Dos ponen el capital, otros dos ofrecen los créditos y los cómplices se encargan de cobrar.

El Código Penal (art. 309) sanciona este ilícito con cárcel de hasta siete años. Desde el miércoles se tramita en la Asamblea un nuevo proyecto contra la usura. Una propuesta es que este delito no prescriba.

El legislador Juan Lloret impulsó esta iniciativa, pues dice conocer que por efecto de la pandemia los comerciantes recurren a préstamos ilegales. Eso hizo Susana. El 29 de junio pidió un préstamo de USD 2 500 a un chulquero, para remodelar su local donde vende mote, en Quito. Ahora, cada semana paga USD 125.

Fuente: EC

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